Tildes, lenguaje inclusivo y las arbitrariedades de la RAE

“Ayer hablé con María y Pablo, y éste me dijo que había ido sólo al cine».

A fecha de hoy, 28 de mayo de 2020, la RAE sentenciaría que hay dos faltas de ortografía en esta sencilla frase (indico la fecha por si en un futuro vuelven a modificar la norma). En cambio, antes de 2010 habría sido correcta. Fue entonces cuando la insigne institución decidió perpetrar un tildicidio, y de golpe y porrazo eliminó las tildes diacríticas de los pronombres demostrativos, la de sólo y las de algunas palabras monosílabas (guión, rió, guió, fió o truhán, entre otras).

Yo las sigo utilizando y me consta que no soy la única persona “culta” (permítaseme la inmodestia) que lo hace. Alguien dirá que somos simplemente un grupúsculo “reaccionario” que se opone a la evolución natural de la lengua y blablablá… Sin embargo, esta modificación de la norma no vino dada por un cambio (“evolución”) en la ortografía de la población hispanohablante. Fue una prescripción/proscripción “desde arriba” que no sólo resulta arbitraria, sino también inconsistente.


🌐 ARBITRARIA: Como señalé, no surgió de un cambio en el uso. Se decidió así, sin más (los caminos de la Real Academia son inescrutables). Porque, ¿sirve realmente para algo eliminar esas tildes? Yo no le veo ninguna utilidad, como no sea economizar tinta de impresora (cierto que los cartuchos son bastante caros 😏). Habría tenido más sentido hacerlo cuando recién empezaron a popularizarse los ordenadores y no había teclados con tildes y eñes, y era preciso utilizar el comando ALT + tres cifras del teclado numérico para componer cada una. Digo, por decir algo...

Ninguna utilidad y, en cambio, sí, mucha posibilidad de confusión, como en el caso de sólo en mi frase del principio una vez eliminada la tilde: “Fue solo al cine” puede significar que Pablo fue al cine sin compañía o bien que fue únicamente al cine (y no a cenar, por ejemplo). La RAE lo justifica con que “por el contexto se sabrá”.

🟣🟣 Resulta curioso que esto del contexto aclarador que vale para solo, no rija igual en tratándose de cuestiones ideológicas. El 13 de enero de este año, cuando tomó posesión el nuevo gobierno de Pedro Sánchez y dos ministras, Irene Montero y Yolanda Díaz, prometieron su cargo con la fórmula “Consejo de Ministras”, la RAE proclamó encolerizada que era incorrecta porque el femenino no incluía a los ministros varones. ¿No vale aquí lo del contexto? Sospecho que, al oír o leer «Consejo de Ministras», nadie creerá erróneamente que se trata de un gobierno formado exclusivamente por mujeres (que yo sepa, no hay todavía ninguno en el mundo) y, si lo cree, se trata de una persona muy desinformada. Pero ya conocemos bien, demasiado bien, la misoginia de la RAE y su obsesión con(tra) el lenguaje inclusivo. 🟣🟣

Volviendo al tema de las tildes… Comenté ya las de sólo y los pronombres demostrativos. ¿Y las de las palabras monosílabas que he citado (guión, rió, truhán)? La justificación en este caso fue que hasta 1869 se escribían sin tilde. (¿Hablé antes de evolución? En todo caso, una involución de casi ciento cincuenta años.) Por otro lado, ¿son propiamente monosílabas? ¿Suena igual rió que dio, guión que vio, truhán que Juan? Pues no. Y, con la venia de la Academia, me permito inventar un palabro: son sesquisílabas y, por tanto, es pertinente la tilde.


🌐 INCONSISTENTE: En lo que se refiere a las tildes diacríticas, es inconsistente porque sólo han eliminado ésas (soy incorregible, sigo cometiendo faltas de ortografía a tutiplén) y no, por ejemplo, las de , , o , pese a que difícilmente pueden prestarse a confusión. Si yo digo “Me gusta el te”, no creo que nadie piense que tengo una especial querencia por el pronombre personal de objeto directo, sino que asumirá correctamente que me refiero a una infusión. Pero éstas no las han eliminado. Quizá estén esperando a perpetrar otro tildicidio en algún futuro.

🟣🟣 Claro que la inconsistencia es otro de los rasgos definitorios de la ilustrísima Academia. Y vuelvo (lo siento: es uno de mis caballos de batalla) a su sexismo. Me refiero a la feminización (o no) de las profesiones. Las normas gramaticales del castellano dictan que los sustantivos y adjetivos terminados en “-o” se feminizan cambiando la “-o” por “-a”: italiano/italiana, maestro/maestra, burro/burra, etc. Pero ello tampoco parece regir para las profesiones consideradas “prestigiosas”. Así, tuvieron que pasar muchos años antes de que aceptaran el femenino de algunas de ellas: médica, abogada, psicóloga… Pero (añadimos una capa más de inconsistencia) siguen negándose a feminizar otras, como pilota o soldada (o palabras como miembra o testiga). ¿Por qué? Ya lo he dicho antes: los caminos de la RAE son inescrutables. 🟣🟣


No sé si éste fue el caso con el tildicidio del que hablo, pero a menudo pienso que a la RAE simplemente le encanta estar en el candelabro, como diría cierta inefable figura mediática. No se limitan, como la mayoría de investigadoras e investigadores, a trabajar tranquilamente en su casa y exponer sus conclusiones en sus clases, artículos y conferencias. Noooo… Les encanta que se hable de ellos (siempre utilizo el masculino genérico al hablar de los académicos, porque las siete mujeres miembras pintan muy poco ahí, al menos como mujeres).

Ya mencioné cómo el mismo 13 de enero salieron en tropel a opinar sobre el nuevo gobierno:

“La RAE sentencia que no es correcto decir ‘Consejo de Ministras’”

El Plural, 15-01-2020; las cursivas son mías.

También tuvo que salir a la palestra con ocasión de la toma de posesión del anterior gobierno de Sánchez:

“La RAE avala a Sánchez: ‘Consejo de Ministras y Ministros’ es correcto”

El Español, 07-06-2018; las cursivas son mías.

Pues menos mal, ¿no? Difícilmente habría podido gobernar el pobre Sánchez sin el aval de la RAE.

Pero, como no sólo de lenguaje inclusivo vive el señor académico, apenas iniciado el confinamiento por el coronavirus, hubo de dictaminar sobre la cuestión:

“La RAE dice que ‘lo más adecuado’ es el género femenino para Covid-19”

20 Minutos, 27-03-2020

¿La justificación? Que la D del acrónimo en inglés es disease, que significa enfermedad, y enfermedad es una palabra femenina. Muy buen razonamiento… si no fuera porque hay muchas otras enfermedades que se nombran en masculino aunque su nombre técnico sea “enfermedad de…”, como el Alzheimer o el Parkinson. (Y no, no voy a ser malpensada y concluir que su decisión se basa en que, desde Eva, todo lo malo es femenino.) En esto, por cierto, no han logrado imponerse y su presidente, Santiago Muñoz Machado, tuvo que reconocer un mes después que

“… se ha extendido tanto el masculino que tendrá que tenerse en cuenta”

Julia en la Onda, 28-04-2020

Lástima que, cuando tiene que ver con el lenguaje inclusivo, no estén dispuestos a aceptar el “uso extendido” (volvemos a la inconsistencia). Muchííííísimas mujeres decimos miembra, pero ello todavía no se ha «tenido en cuenta».


Cuando diseñé la página web a la que pertenece este blog, dudé acerca de la conveniencia de seguir la norma de no tildar. Al fin y al cabo, me ofrezco como correctora y traductora, y algunas personas que lean mi página podrían pensar que no puedo ser una buena correctora o traductora si yo misma cometo lo que la RAE considera “errores”. Pero finalmente opté por ser fiel a mí misma y en la sección de «Preguntas frecuentes» aclaro que, si el autor o autora así lo desea, puedo dejarle un texto impecablemente escrito según las normas de la RAE, puesto que, aunque haga caso omiso de ellas, las conozco perfectamente.

«El trabajador» era una mujer: Los malentendidos que produce el masculino genérico

Inauguro este blog con una entrada sobre un tema que, como mujer, feminista, escritora, investigadora especializada en literatura y cine de mujeres, e incluso como traductora y correctora de estilo, me preocupa muchísimo y casi casi diría que me obsesiona: el lenguaje inclusivo.

Quienes defendemos su importancia partimos de una premisa filosófica y, por supuesto, política: «Lo que no se nombra no existe». Y en la lengua castellana, que como tantas otras otorga absoluta prioridad al género masculino, las mujeres sencillamente no existimos.

Pero hoy no voy a hablar de cuestiones filosóficas ni políticas, sino de algo más pragmático: el lenguaje excluyente como fuente de ambigüedad y confusión.

Como ejemplo, el siguiente titular y subtitular de la noticia del diario Información cuyo enlace copio al final del artículo:

Coronavirus en Alicante: Primer trabajador sanitario muerto por Covid-19 en la provincia

Se trata de una técnico de cuidados de enfermería que trabajaba en Alcoy.

Información, 12-05-2020

Cuando los leí, casualmente el 12 de mayo, Día Internacional de la Enfermería (todavía llamado por algunas personas «de la Enfermera»), asumí automáticamente que el trabajador era un hombre. Luego leí «técnico» y seguí asumiendo que era un hombre (se me escapó el «unA», supongo que porque mi cerebro hizo un ajuste automático de género)… hasta que, ya en el cuerpo del artículo, leí «hospitalizadA»… Y entonces tuve que volver a procesar la noticia.

Entiendo que, desde el uso imperante del masculino como universal y el femenino como particular, decir «Primera trabajadora sanitaria muerta» podría haber llevado a pensar erróneamente que antes hubo muertes de trabajadores (hombres) y el hecho noticiable era precisamente que se trataba de la primera dentro del gremio. Pero esa posible confusión podría haberse sorteado fácilmente: «Primera muerte dentro del colectivo sanitario en la provincia«.

🟣Porque no siempre es tan fácil: para algunas profesiones no existen sustantivos colectivos adecuados ni funcionan las perífrasis. Es el caso de la de escritoras y escritores: «el gremio escriturario» suena a notarías, «el gremio escribidor» es demasiado vargasllosiano (además de peyorativo) y la perífrasis «quienes se dedican al oficio de escribir» demasiado larga. En todo caso, yo sigo buscando opciones. Acepto sugerencias.🟣


El otro problema es «unA técnicO», que incluso fonéticamente suena horroroso. Sin embargo, el uso del masculino para designar profesiones terminadas en «-o», que, según las normas gramaticales del castellano, deberían feminizarse, como cualquier otro sustantivo, en «-a», sigue muy extendido, incluso y lamentablemente entre muchas mujeres que las ejercen, porque se cree (erróneamente) que eso les otorga más prestigio. Y la RAE, con su exacerbada misoginia, desde luego no ayuda. No obstante, en el caso que me ocupa, la RAE sí admite el femenino «técnica» (al contrario que «pilota» o «soldada», por poner sólo dos ejemplos). Y, aun así, las mismas personas que se escudan en la RAE para dictaminar que decir «miembra» o «Consejo de Ministras y Ministros» es incorrecto, se niegan a usar «técnica». Uno de sus falaces argumentos es que puede confundirse con la «técnica» en el sentido general de «conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte» (DLE, 2019). Falaz y, además, absurdo. Cierto que en una frase suelta, fuera de contexto, podría prestarse a confusión: así, «Me gusta la técnica» podría referirse tanto a ese «conjunto de procedimientos y recursos» como a una mujer «que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte» (DLE, 2019). Pero normalmente las frases se sitúan en un contexto que resuelve cualquier potencial confusión.

Además, podríamos contraargumentar que también existen palabras polisémicas que designan profesiones masculinas. Así, por ejemplo, la frase suelta «Es muy simpático ese labrador» podría referirse tanto a un hombre que se dedica a la agricultura como a un perro de cierta raza. Y, sin embargo, en estos casos nadie se plantea cambiarlas para evitar la confusión. ¿Por qué? Por la obviedad que señalé antes: el contexto.


Retiro lo dicho arriba y acabo con una reflexión filosófico-política. Lo que no se nombra no existe… y la trabajadora sanitaria fallecida en Alicante en medio de esta horrible crisis merecía haber sido nombrada.


https://www.diarioinformacion.com/noticias-suscriptor/alicante/2020/05/12/muertes-coronavirus-provincia-alicante/2263608.html?fbclid=IwAR1BfiwYMhckMtt1U4K-NHifrBEpooEEdKtO3qAz17nEgukXeq3jy4-gnkY